Carta para el final

Cercano el final de mi vida no puedo evitar pensar en lo que dejo: una historia que no es la mía. Mi historia, al igual que todas las demás, será una gran mentira. ¿Por qué? Porque, ¿quién escribe lo que pasó en el fragor de la batalla? ¿El que murió? ¿El que perdió a su hijo? ¿El que recogió el último aliento de su amigo? Obviamente no. Quien escribe está sentado lejos del momento, y lo acomoda al deleite de alguien más y de él mismo. La historia es entonces una bonita sucesión de hechos o un relato escrito en re menor.  

Entonces pienso en la literatura, ¿estará ella más apegada a la realidad? Creo que sí. Encuentren en los relatos ficticios la verdad de los sentimientos, la esencia de lo recordado, las épocas bellas, pero también los instantes, los pequeños instantes llenos de esperanza.

¿Quién, al final, escribirá mi historia? Los que no la vivieron, los que no caminaron conmigo. Y por ende omitirán lo importante, lo bello. O acaso alguien escribirá sobre aquella noche de luna llena, sobre los Cuchumatanes, en que me dijiste que tu sonrisa era por mí. No, nadie hablará de ello.

Mi historia la escribirán (¿O será mejor decir reescribirán?), quienes no estuvieron de acuerdo con mis acciones, quienes criticaron mis decisiones. Sí, ellos escribirán entonces otro final, el que ellos habrían deseado para mi. Pero no, no hay nada más falso que una historia llena de pura felicidad, porque la historia está llena de desaciertos, de días en que todo pareció perdido. De cuestionamientos, de frustraciones y de algunos días de desolación. Pues la vida no es perfecta y no se puede pretender que hemos sido solo buenos y después, a escondidas, somatarnos el pecho eternamente arrepentidos; en vez de aceptar que vivir también es caerse, y a veces entender que el pecado más grande ha sido ser uno mismo, pero que al final no hay otra forma de vivir.   
Y, entonces, ¿qué sí es la vida? Vida es esto que sucede mientras te escribo, me escribo y le escribo a los que aún no han nacido. Cuando escribo para otra galaxia y otros seres, pero también para la termita que vive en la vieja biblioteca.  

Vida es escoger, es experimentar. Es bailar bajo la lluvia, (aunque se que tú ya no lo recuerdas, ni sabes cuánto significó para mi). Vida es que te dejés dar un beso. Vida es jugar con los trocitos de madera, construir la verdad y contarla, con un soplo de fantasía. Sí, esa es mi verdadera historia. La que está llena de sentimientos, sueños e ilusiones. Así que, quien quiera relatar mi historia después de que ya no esté aquí, diga y describa lo que quiera; pero, por favor, que no olvide decir que fueron tus ojos y tu maravillosa sonrisa las que le devolvieron la esperanza a mi corazón.



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