¿Una revolución desde arriba?...

Lo que se ha querido implementar en Guatemala ha sido lo que se llama una “revolución desde arriba”, o sea, una transformación del Estado (el aparato como tal), a través del gobierno (las personas que hacen funcionar el aparato).

Para ello, como ya todos sabemos, se procedió a sacar a los dirigentes del gobierno pasado. Se convocó a un gobierno de transición y en unos días elegiremos al nuevo equipo de gobierno. Y digo un equipo de gobierno pues ningún candidato llega solo al poder.

Para varios de nosotros (me incluyo), ninguno de los dos candidatos disponibles representa una verdadera oportunidad de cambio. Mi opinión la respaldo con lo afirmado por Ellen Kay Trimberger, doctora en sociología egresada de la Universidad de Chicago, quien en su libro, Revolution from Above, detalla que una verdadera acción estatal autónoma (como a la que le apostamos en Guatemala), se puede dar si se cumplen dos condicionantes:
  1.    Que los funcionarios de gobierno no pertenezcan a las clases terratenientes, comerciales, industriales dominantes.
  2.     Que los funcionarios de gobierno no establezcan vínculos personales y/o económicos estrechos con esas clases después de su acceso a altos cargos.

Con base en la información pública de ambos candidatos se puede deducir que ninguno de los dos cumple con estas condiciones. Así que me atrevo a decir que nos esperan cuatro años de “más de lo mismo”.

Mi opinión: Se puede esperar una mejor opción de cambio por  parte de personas que hoy por hoy aún son parte de la sociedad en general; y que eventualmente, gracias a la transformación de las ideas que se está dando en la sociedad guatemalteca, podrían optar a llegar a puestos de influencia que les permitirá implementar nuevas estratégicas y formas de accionar.


Mi consejo: Dejemos de dividirnos por defender candidatos, y menos presentándolos como que fueran santos. Son distintas estrategias de campaña y por ello podrían parecernos diferentes, pero ninguno de los dos tiene la capacidad de responder a nuestras exigencias. Optemos, mejor, por una actitud fiscalizadora, en general y desde ya; pues mucho de lo que los candidatos tachan de campaña negra, es verdad. 

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