Historias de amores

Hace algunos años tuve una pareja que me enviaba cartas cada martes diciéndome lo mucho que me amaba. Me enviaba cartas porque hacía un par de años había partido, según sus palabras, a trabajar. En una de esas cartas me explicaba que me escribía desde Bahamas porque casualmente estaba pasando sus vacaciones en ese lugar. Que no fuera yo a pensar que los Q2,500 que ganaba mensualmente le alcanzaban para darse esos lujos, no, el viaje lo había pagado con el dinero que le heredó un tío rico del cual no sabía nada, pero que acababa de morir y le había heredado un dinerito con las instrucciones específicas de utilizarlo en unas vacaciones en una humilde playa del Caribe. Y por supuesto, explicaba como él se merecía esas vacaciones por lo mucho que trabajaba, y que no dudara que cada mujer que veía en la playa únicamente hacía que él se recordara de mí. Adicional, me pedía disculpas porque esa semana era la segunda vez que me compraba un hermoso arreglo de flores, y que por segunda ocasión no había logrado enviármelo debido a la distancia que nos separaba. Pero él sabía que las flores me gustaban y de seguro al saber de su amor y esfuerzo por agradarme yo estaría muy emocionada y agradecida.

En una carta anterior yo le había explicado como yo creía que nuestra relación iba de mal en peor. Yo había estado pasando por numerosos problemas y aunque se los comente en mis cartas, al parecer no se dio por enterado y mucho menos hizo algo para ayudarme. Dada esa carta, me contestaba que mi percepción de que las cosas estaban mal entre nosotros era lo más descabellado que había leído, sin embargo él me comprendía, y la realidad no era que nuestra relación estuviera mal, la razón real de mi carta era que ¨las mujeres por todo alegan¨. Y si es que en algo él había fallado, era únicamente por las circunstancias, las cuales no siempre pueden cambiarse.

Una de estas circunstancias inmodificables era el alto costo de la vida, y esa era la razón por la que ese mes ya no me llegaron los Q500 que normalmente recibía para todos los gastos del mes. Ese mes fueron únicamente Q400, dado que a él se le habían incrementado los gastos para subsistir.

Al despedirse me recordaba lo afortunada que era de tener un hombre como él y cuan agradecida debía estar. Me ratificaba su amor y se despedía, prometiendo una nueva carta el siguiente martes.

Después de un par de cartas más decidí romper definitivamente esa relación, y decidí cambiar de pareja. Aunque curiosamente el nuevo y el anterior tenían mucho en común. Frecuentemente sus cartas también me llegaban desde algunas playas del Caribe, aunque él me explicaba que visitaba esos lugares por el trabajo, no porque estuviera de vacaciones. Como también trabajaba lejos, me enviaba cartas cada martes, sin embargo estas venían acompañadas siempre de chocolates y flores. Y debo decir que me enviaba más dinero, Q1,000 al mes, sin falta. Aunque con el tiempo, me di cuenta que esa relación tampoco me funcionaba, el dinero que me enviaba no me alcanzaba, nunca me venía a ver y tampoco me ayudaba a resolver mis problemas.

Así que también lo dejé y me conseguí otra pareja. Aunque esta última fue la peor decisión de  mi vida. Él también trabaja lejos, y me envía cartas una vez cada quince días, pero me envía cada vez menos dinero. Tengo varios problemas, pero ya ni siquiera puedo contárselos, pues no tengo dirección a donde escribirle. Estoy más sola que nunca y no veo como esto pueda cambiar.

Por supuesto, esta es una historia ficticia, no se asusten. La he escrito con el fin de ejemplificar un par de cosas:

1.     Las elecciones y nuestra relación con los gobernantes no funcionan por la lógica, sino por los sentimientos, por eso la analogía con una relación sentimental. Normalmente votamos por el que cae bien, por el que promete más, sin detenernos a pensar que están en época de conquista y después de logrado el voto regresarán a sus actitudes de siempre. No pensamos que aunque nuestra elección pase por los sentimientos, también hay que utilizar un poquito la razón. No solo de amor y esperanza vive el hombre.

2.     Para los que no hayan entendido el fenómeno de Portillo, de como un pueblo puede mostrar empatía por un corrupto confeso. Para mí, la explicación es sencilla, está en el beneficio percibido. A mí no me sirve que me envíen cartas explicándome que me quieren, me sirve que me lo demuestren. De igual forma, no me sirve un programita en el que me digan que están haciendo cosas buenas por el país, a mí me sirve percibir que realmente mi condición ha mejorado en algo a raíz de la gestión del gobierno de turno. Tuvimos cambios realmente significativos durante la gestión de Alfonso Portillo, yo considero que no, pero cuando las personas lo comparan con otros gobiernos perciben que durante su gestión algo en su vida mejoró y no lo han vuelto a percibir.


3.     He leído a un par por allí pidiendo que Mujica (expresidente de Uruguay), venga a gobernar Guatemala, para ellos y para todos los demás, les voy contar un secretito: tanto Mujica, como Hitler y Pérez Molina llegaron al poder por la misma vía: a través del voto… Cada pueblo tiene los gobernantes que merece, porque eso fue lo que ellos escogieron tener. Mientras sigamos permitiendo que el mismo tipo de personas gobiernen este país, indefectiblemente tendremos los mismos resultados. 

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